Por René Naranjo S.
Entre las variadas tradiciones que posee el Festival de Cine de Cannes (que van desde asistir de smoking a las funciones de las películas hasta beber toda la champaña francesa que se pueda en las fiestas) hay una que parece más propia de la vitivinicultura. Y es que las buenas cosechas de filmes se dan en Cannes en los años impares. Por razones que se deben a los tiempos de producción de las películas -que toman al menos dos años para rodarse y estrenarse- los más prestigiosos autores del cine mundial desaparecen en los años pares y regresan en gloria y majestad en años como este 2009. Es así que desde ayer se vuelven a ver las caras en la Costa Azul, entre otros, Pedro Almodóvar, Lars von Trier, Jane Campion, Ken Loach, Ang Lee, Quentin Tarantino y el sólido Chan-Wook Park, director de la impresionante “Old Boy”.
En este panorama fílmico del más alto nivel, el cine chileno tiene dos representantes, Sebastián Lelio y Alejandro Fernández, realizadores jóvenes que rondan los 30 años de edad y que renuevan tanto la temática como la forma de las películas nacionales.
Sebastián Lelio, que debutó en el largometraje en 2004 con la provocadora y bien lograda “La sagrada familia”, presentará ahora su segundo filme, “Navidad”, en la Quincena de Realizadores, la misma sección paralela que el año pasado consagró a “Tony Manero” y antes a “Machuca”.
Lelio, que partió el lunes a Cannes y cuyo filme no ha sido presentado aún a la prensa especializada local, proyectará “Navidad” en esta muestra que, si bien no pertenece a la Selección Oficial del Festival, acoge una veintena de películas que poseen visión de autor y, a menudo, incisiva carga social. Este año, Lelio se topará en la Quincena con invitados de fuste, como Francis Ford Coppola, que presentará su nuevo trabajo, “Tetro”, filmado en Argentina; y con la subversiva comedia gay de Jim Carrey, “Te amo Philip Morris”.
Del argumento de “Navidad” se desprende que Lelio acomete aquí una nueva exploración de los fantasmas sexuales y emocionales que abundan en nuestra sociedad, con énfasis en los quiebres familiares y en la ambigua relación que se da entre dos amigas, interpretadas por Manuela Martelli y Alicia Rodríguez.
El otro representante chileno en Cannes, “Huacho”, forma parte de la Semana de la Crítica, la cuarta sección del certamen, y se mueve en mundos más rurales, plenamente centrado en lo que le pasa a los cuatro integrantes de una familia que habita cerca de Chillán. El debutante director, Alejandro Fernández, propone una mirada pausada y atenta hacia un veterano matrimonio campesino, su hija y el hijo de ésta, todos interpretados por personas que no son actores y que se encuentran instalados en las contradicciones de un país que se encamina a la modernidad sin una mínima moral de equidad ni respeto.
Fernández dirige con precisión y alejado de toda retórica, y presenta su película como la suma de las cuatro historias de sus protagonistas. Desde que canta el gallo, la actividad de esta familia que se mueve entre las rutinas silenciosas del campo y la bulla ansiosa de la ciudad copa la pantalla, para poner en escena una sucesión de momentos que retratan marginación, prejuicio, injusticia y, sobre todo, una constante preocupación por la dignidad de los personajes.
Hay algo de neorrealista en “Huacho”, por su humanismo y afecto hacia personajes menores, como la conmovedora abuela que fabrica quesos en la casa y los vende a la orilla de la carretera. El choque entre su esfuerzo cotidiano y la indiferencia de quienes pasan veloces en sus autos, sin apenas mirarla, es uno de los grandes pasajes del cine chileno contemporáneo.
20090611
CHILENOS EN CANNES 2009
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